Por Gonzalo García, Gerente de desarrollo de IoT de SONDA
Para aplicar en forma eficiente todo el vertiginoso potencial evolutivo y cultural de la Transformación Digital en la educación, debemos repensar los modelos clásicos que restringen nuestra visión estratégica, y abrir más espacios de participación para integrar a todo el valioso ecosistema creativo que interactúa al interior de universidades y centros de formación superior.
Para dar este paso no es necesario “volver a inventar la rueda”, simplemente basta utilizar la tecnología ya existente bajo un modelo disruptivo, para derribar silos, romper paradigmas y cambiar las concepciones acerca de lo que es y debe ser un “Smart Campus”.
Netflix, Uber, Cornershop y otros conocidos “unicornios” no necesitaron un “Big Bang” tecnológico para repensar exitosamente sus respectivos modelos de negocio, sino que adaptaron lo conocido para hacer un uso más efectivo y eficiente de la data existente.
Dicha estrategia también es válida en el ámbito educativo. Así lo constatamos durante el primer meeting del año realizado por Edutic, donde se presentó el caso de éxito de la Universidad de Los Andes. Dicha institución, para evitar que sus alumnos se pasaran unos a otros el código QR utilizado para contabilizar la asistencia a clases, incorporó a esta herramienta un localizador GPS que determina la ubicación exacta de la persona que lo utiliza. Es decir, recurrió a una tecnología al alcance de todos para implementar un sistema de control más eficiente.
Eso demuestra que no se necesitan saltos cuánticos para transformar a las universidades en campus inteligentes. La disrupción en este ámbito pasa, simplemente, por dar un nuevo orden a componentes y sistemas tecnológicos ya existentes.
En la aplicación de este concepto de “Smart Campus”, existen múltiples opciones para desarrollar nuevas y revolucionarias soluciones. Por ejemplo, además de medir asistencia, podemos saber cuáles son los factores que inciden en ella, y establecer cómo podemos incentivar a los alumnos para que asistan regularmente a clases. Dicho de otro modo, podríamos evaluar si los estudiantes son “felices” en sus aulas, y contribuir a que esa “felicidad” sea permanente y masiva.
¿Y qué tecnología del hiper espacio necesitamos para conseguir este objetivo? Ninguna. Todo se puede lograr con soluciones disponibles y accesibles a bajo costo, incluso bajo el modelo de contratos de servicio (as a Service), que reduce costo y permite que las instituciones puedan disponer de estas tecnologías sin realizar grandes inversiones en infraestructura o embarcarse en complejos y eternos desarrollos.
Hoy el Internet de las Cosas permite reconocer diversas variables de alto impacto en la comunidad estudiantil, cuyo análisis eficiente no sólo mejorará significativamente las decisiones directivas, sino que también permitirá a los propios alumnos dar su visión y opinión para construir en conjunto un “mejor lugar para estudiar”.
Por ejemplo, en una universidad de Brasil aplicamos recientemente una solución especializada que analizó parámetros como temperatura, humedad y cantidad de alumnos, que luego se subieron al hub IoT de Azure, para que los estudiantes tuvieran acceso libre a los datos, y cada uno hiciera llegar sus propias conclusiones. Esto hizo posible que su creatividad diera mayor valor a los datos, transformando a la universidad en un auténtico laboratorio, donde el aporte de los alumnos se tradujo en un mejor resultado social conjunto.
Estos no son ejemplos que estén fuera de nuestro alcance. Es cierto que Chile hoy está en una baja curva de adopción de tecnología en este campo, pero esto nos da la oportunidad de ser visionarios, no sólo para crear, sino también para usar disruptivamente las herramientas disponibles de múltiples proveedores internacionales como IBM, Microsoft Azure y AWS, entre muchos otros.
Los proveedores de Servicios TI podemos poner a disposición de las mentes brillantes de nuestras universidades los beneficios de estas plataformas probadas exitosamente en universidades e instituciones educativas en todo el mundo, para que las adopten y utilicen de manera eficiente, para agregar valor a su quehacer y exportar también su conocimiento al resto de la región y al mundo.